El influencer venezolano Marko Pérez reflexiona sobre los efectos negativos de las redes: ❝Las redes sociales nos han dado mucho. Nos conectaron con el mundo, nos dieron oportunidades, visibilidad, incluso trabajo. Pero también y esto lo digo con toda responsabilidad, nos están matando poco a poco. Y te lo dice alguien que es consecuencia directa de las redes sociales❞.

❝Hay una vida aparente en las redes que muchas veces no es real. La mayoría de las personas que publican constantemente sobre éxito, lujos o felicidad plena, en realidad no viven lo que muestran. No se trata de culparlos, ojo. No es malo querer compartir los momentos bonitos de la vida. El problema empieza cuando esa imagen editada de felicidad se convierte en una medida de comparación❞.
Y ahí está el verdadero daño: la comparación.
La gente entra a las redes y ve que todo el mundo parece estar bien, prosperando, viajando, con relaciones perfectas, autos nuevos, casas increíbles. Entonces empiezas a cuestionarte: ¿Por qué yo no tengo eso? ¿Por qué mi pareja no es así? ¿Por qué yo no tengo éxito? ¿Será que vine a este mundo a fracasar?
Poco a poco, sin darte cuenta, vas sintiendo que tu vida es una mierda. Que tu casita no es suficiente. Que tu trabajo es un castigo. Que tu relación está rota. Que tú no vales nada. Pero te digo esto con el corazón en la mano: esa sensación no viene porque tu vida esté mal, sino porque estás comparándola con una fantasía.
La vida real no es la de las redes sociales
La vida real es la que lleva esa misma persona que hoy siente que no puede pagar el arriendo. Que tiene problemas con el jefe, con la pareja. Que no tiene dinero a veces ni para la comida. Que siente que el mundo le está cayendo encima. Esa es la vida de la mayoría. Y no es un castigo. Es simplemente la realidad.
En ese sentido aconseja a las personas lo siguiente: ❝Estás pasando por un momento difícil, no es porque hayas fracasado. No es porque Dios se olvidó de ti. Es porque estás viviendo lo mismo que viven millones, aunque no lo publiquen❞.
Las redes sociales nos hicieron creer que ser feliz es tener, mostrar, lograr. Pero la verdadera felicidad está en aceptar tu proceso, en vivir con verdad, en soltar la comparación, y sobre todo, en entender que no estás solo. La vida real, con todos sus matices, también es valiosa, aunque no sea “posteable”.