En medio de una de las etapas más difíciles de su vida, tras ser diagnosticada con botulismo, Denisse Peña encontró en su hijo Liam, la razón más poderosa para seguir luchando. Compartiendo por primera vez un testimonio íntimo y conmovedor, en donde relata cómo la maternidad se convirtió en su motor para superar una crisis de salud que amenazaba con apagar su energía vital.

“Recuerdo un domingo en el que no podía respirar. Me sentía totalmente decaída, sin fuerzas, con los párpados cerrados, inmóvil. Mi hermana me decía: 'No te duermas, no te duermas'. Yo solo pensaba en mi hijo, Liam. En medio de esa fatiga extrema, lo único que me mantenía despierta era imaginar su carita. Él fue mi motivación para resistir esa crisis. Quería sobrevivir para estar con él, para acompañarlo en este trayecto de vida”.
Liam, con apenas nueve años, se convirtió en el faro que guió su camino hacia la recuperación. Denise con una determinación inquebrantable, asistió a cada terapia, pidió ayuda, tomó decisiones difíciles, todo con un solo objetivo: volver a estar al lado de su hijo. La maternidad no fue solo un rol, sino una fuente de energía vital, una misión de amor que le dio sentido y fuerza.
Durante su proceso de recuperación, también tuvo el respaldo incondicional de su familia. Su madre, hermanos y el padre de Liam estuvieron siempre presentes, cuidando al niño y asegurando que nada le faltara. Esa red de apoyo le brindó la tranquilidad necesaria para enfocarse en su sanación sin temor por el bienestar de su hijo.
El rol materno en su vida es absoluto. Está presente en cada aspecto de la vida de Liam:
“Estoy en todas sus actividades, en la escuela, las tutorías, la alimentación, su ropa, quién lo cuida, qué ve, con quién habla… absolutamente todo. Nada se me escapa”.
Criada en una familia donde los valores como el respeto, el amor y la educación eran pilares fundamentales, transmite estos mismos principios a su hijo.
“Lo que aprendí de mis padres es exactamente lo que le enseño a mi hijo. No he tenido que modificar nada. Me siento orgullosa de los valores que recibí y de poder pasárselos a él con amor y convicción”.
Su historia es un reflejo del verdadero significado de ser madre: una entrega total, silenciosa pero firme, que no se toma pausas. Es la demostración viva de cómo el amor por un hijo puede mover montañas, sanar heridas profundas y dar sentido incluso en los momentos más oscuros.