Ser madre soltera no es una decisión que siempre se escoge. Muchas veces, es una circunstancia que llega sin previo aviso y que transforma por completo la vida de una mujer. No se trata de un camino fácil, ni mucho menos ideal, pero sí es uno que puede recorrerse con amor, fuerza y una fe inquebrantable.
"Eso fue lo que me tocó en la vida y simplemente uno tiene que tirar hacia adelante y siempre caminar de cara al sol." Con estas palabras comienza el relato de Hony Estrella, que al igual que muchas madres dominicanas han enfrentado la maternidad en solitario. Su testimonio refleja no solo los retos emocionales y económicos que esto implica, sino también la inmensa fortaleza que brota del amor por su hija Camila.
Ella reconoce que lo ideal es criar a un hijo entre dos personas, no tanto por lo económico, sino por el equilibrio emocional que una familia completa puede ofrecer. Aun así, cuando las circunstancias cambian, no queda más opción que asumir el reto con la frente en alto.
"No siempre estuve bien. No siempre tuve el dinero para darle a mi hija lo que quería. No siempre pude ponerla en las clases que deseaba. Pero nunca dejé de intentarlo."
Hony ha optado por no mostrar a su hija en sus redes sociales, como una medida de protección y privacidad.
Estas palabras resuenan con muchas madres en República Dominicana y en el mundo, mujeres que día a día sacan adelante a sus hijos solas, sin descanso, sin manual, pero con una convicción clara: que sus hijos merecen lo mejor.
"No soy madre y padre. Soy madre. Y trato de llenar, en lo posible, todos los espacios de mi hija. El padre tiene su rol, y yo respeto eso. Pero mi tarea es cuidar, amar y guiarla con todo lo que tengo."
Este testimonio no solo reivindica la maternidad en solitario, sino que nos recuerda el inmenso valor de cada madre que decide no rendirse. Que se levanta aun sin fuerzas, que sonríe en medio del dolor, que transforma sus carencias en oportunidades de enseñanza. Que, en fin, camina de cara al sol.
