La comunicadora Liza Blanco compartió uno de los procesos más duros y transformadores de su vida: una crisis física, emocional y espiritual que la obligó a detener su carrera por completo.
El colapso físico y emocional
Todo inició a principios de año, cuando fue diagnosticada con TDAH y comenzó un tratamiento que coincidió con un deterioro acelerado de su salud. Liza bajó drásticamente de peso y experimentaba un agotamiento extremo.
A esto se sumó una ansiedad creciente que derivó en un fuerte cuadro depresivo. Por primera vez, sintió la necesidad urgente de detenerlo todo.
“Me levantaba sin vida… como si no hubiera dormido en toda la noche”, confesó.
Un cuerpo lleno de señales
Entre los múltiples estudios que le realizaron aparecieron hallazgos preocupantes: anticuerpos tiroideos elevados, alteraciones en el hierro, Helicobacter pylori, un pólipo en el colon, encapsulamiento de implantes mamarios, endometriosis agravada y un cuadro inflamatorio general. Incluso los médicos mencionaron la posibilidad de enfermedades autoinmunes como el lupus.
“Tuve que dejar mi podcast, la radio… todo. Mi cuerpo no podía más”, relató.
Tras una cirugía y una pausa total, comenzó a notar mejoras inesperadas, como la recuperación inmediata de su sistema digestivo después de meses de estreñimiento severo.
La fe como refugio
En medio de la incertidumbre, Liza se sostuvo en su fe.
“Si Dios me está llevando por este camino, acepto lo que venga”, expresó.
Ella asegura que la oración le devolvía fuerzas en los días más difíciles: “Dios siempre me responde.”
El poder del silencio
Durante este proceso, descubrió la importancia de escuchar su interior:
“En el silencio aprendí a oír mi alma. El ruido no te deja saber si estás donde quieres estar o solo buscando aprobación.”
Reconectarse con su cuerpo y aceptar sus cambios también fue parte esencial de su sanación: “Dios no hace disparates. Todo lo que Él hace es perfecto.”
Un mensaje para las mujeres
Liza concluye con una invitación profunda: mirar hacia adentro sin miedo.
“Las respuestas están dentro de ti. Sí, da miedo… pero es lo más liberador y sanador que hay.”
Hoy, aunque continúa en evaluación médica y en un proceso de recuperación que puede tomar tiempo, asegura sentirse mejor y más consciente que nunca de su propósito.
