En la República Dominicana, ser madre de un niño con autismo es un acto de amor, coraje y resistencia cotidiana. Muchas mujeres, sin hacer ruido, se levantan cada día para enfrentar un sistema que todavía no está preparado para comprender, acoger y apoyar a sus hijos como ellos merecen. Este es el caso de Caroline Aquino, una madre que, ha decidido alzar su voz y compartir su historia, no solo para desahogar lo que ha vivido, sino para acompañar a tantas otras que atraviesan circunstancias similares en silencio.

“Las que somos madres de niños con autismo en la República Dominicana nos levantamos todos los días a trabajar, a enfrentar las adversidades que presenta nuestro país para nuestros hijos. Seguimos esta lucha por ellos.” Así inicia el testimonio de esta madre, comunicadora que decidió que ya era momento de usar su voz, no solo para hablar por ella, sino por todas aquellas que no siempre pueden hacerlo.
Su historia no es única, pero sí profundamente valiente. Enfrentar el diagnóstico de autismo ya es, por sí solo, un proceso emocionalmente intenso. Pero hacerlo en un contexto donde los recursos son escasos, el apoyo institucional es limitado y la comprensión social todavía está en construcción, representa un desafío mayor.
Además, su camino ha estado marcado por la maternidad en solitario. Aunque el padre de su hijo estuvo presente durante los primeros años, tras la separación, ella ha tenido que asumir el 98.5% de la responsabilidad del cuidado, la educación y el acompañamiento emocional de su hijo. “Yo he estado débil, yo lo he necesitado… He querido que mi hijo aprenda cosas como hombre, como varón, y no tengo un varón cerca que lo guíe”, comparte con sinceridad.
Hoy, su lucha va más allá de las paredes de su hogar. Ha decidido usar su rol como comunicadora para ser una voz para otras madres que no tienen micrófono, que no tienen visibilidad, pero que están igual de cansadas, igual de fuertes, igual de comprometidas con sus hijos.
“No mucha gente entiende lo que significa esta condición. Pero yo lo viví. Y sé lo que significa necesitar ayuda y no tenerla.”
Este testimonio es un llamado a la empatía, al compromiso colectivo y a la transformación social. Es un recordatorio de que detrás de cada niño con autismo en nuestro país hay una madre valiente, muchas veces agotada, pero que no se rinde. Una madre que, a pesar del dolor, la frustración y las carencias, elige todos los días seguir luchando por el bienestar y el futuro de su hijo.
A todas esas madres dominicanas que se levantan cada día para dar más de lo que tienen, a pesar de todo: gracias. Ustedes son ejemplo vivo de lo que significa el verdadero amor incondicional.